Nos vemos en la Eucaristía

Como preparación a la próxima reunión - Formación del jueves 16 de enero sobre la Eucaristía te propongo escuchar esta canción,  sobre la distancia entre lo que nosotros creemos de nosotros mismos juzgando por nosotros mismos y lo que Dios dice de nosotros.

(((La versión original en inglés por si quieres disfrutar de la música:

YOU SAY.      /     YOU SAY LYRICS)))

¿Cuáles son tus preguntas sobre la Eucaristía? (fraydino@gmail.com)

Mucho más que un símbolo

El problema de Joanna con la Iglesia Católica fue la Eucaristía. Criada como episcopal, había celebrado la Cena del Señor como un "símbolo" desde su infancia. El pan y el vino que habían compartido en su iglesia el domingo había sido solo eso: pan y vino.

En la Eucaristía, Cristo dejó a la Iglesia católica no un símbolo de sí mismo sino Su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Creemos en la promesa de Cristo de que, 'Yo soy el pan de vida. . . Soy el pan vivo que descendió del cielo; el que coma este pan vivirá para siempre; y el pan que daré es mi carne para la vida del mundo "(Juan 6: 48-51).

Cuando Cristo dijo esto, muchos de sus seguidores se fueron, diciendo que esta idea de comer su carne era demasiado difícil de aceptar (Juan 6:66).  2000 años después, seguimos viviendo las palabras de Cristo, creyendo lo que enseñó y el Concilio de Trento aclaró: 'que por la consagración del pan y el vino se produce un cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia de el cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre '(CIC # 1376). Llamamos a esto transubstanciación: la sustancia cambia mientras la apariencia sigue siendo la misma.

¿Cuán importante es la Eucaristía en tu vida?

Hay una dura realidad que todos enfrentamos cuando no nos enfocamos en este sacramento que nos da la VIDA.

Todos sentimos un ansia por ser compensados, de que la vida nos dé aquello que nos haga sentirnos suficientemente re-compensados. Es como un deseo y dolor constante por lo que la vida no nos da y creemos que merecemos. (A Adán y Eva les pasó con un árbol que Dios habia reservado para Sí)

Y en lugar de acudir a la Eucaristía: trabajamos más, nos divertimos más, compramos más, escondemos más, atesoramos más....  Nos autoconvencemos de que necesitamos unas vacaciones o un coche u otras cosas. Cada vez creemos necesitar menos a Dios porque él no nos da las compensaciones que creemos necesitar para ser felices.

Nos morimos de hambre, y en lugar del PAN de vida, vamos a buscar piedras muertas con las que llenar nuestros vacíos. Dice Papa Francisco en su homilía del día de Epifanía2020 que el Espíritu del Mundo nos hace creer que somos felices así, dentro de nuestros pecados, dentro de nuestros límites y nos quita el verdadero hambre de Dios, el deseo de caminar hacia El. Y renunciamos a la VIDA por buscar el éxito.

Sólo la Eucaristía puede darnos el alimento que apacigue ese ardor de nuestro estómago que nos lleva a buscar medicinas innecesarias.

Él también te elige a ti.

Él te ha elegido para ser suyo. Y no sé si eso significa mucho para ti, pero a mí me ha cambiado la vida. Para mí, ser suyo significa que mi vida tiene un propósito, un plan y una dirección. Significa grandes amigos y una familia de fe sólida. Significa confianza, coraje y confianza en que Él proporciona todo lo que necesito para superar esta vida. Y significa que Él toma mi vida en sus manos, en su proyecto, siempre está conmigo, hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:20).

La palabra "eucaristía" significa "acción de gracias" en griego; sabias eso? Es una comida a la que llegamos, y espero que vengas agradecido. No solo agradecido de que Él te elija, sino agradecido de que Él te alimente. Y esa comida es su forma de quedarse con nosotros, siempre. Porque tan a menudo como venimos a la Eucaristía, Él viene a nosotros.

Piénsalo: la misa se parece mucho a una comida de Acción de Gracias. Te reúnes alrededor de una mesa con tu familia, quizás con algunos miembros con los que te llevas mejor que otros. Y allí, estamos alimentados en el cuerpo y en el alma, nos demos cuenta o no. El Dios del universo viene a nosotros en forma de pan y vino, y lo llevamos a nuestros cuerpos. Sé que hay momentos en que eso es difícil de entender

No importa lo que esté sucediendo en nuestras vidas, ya sea que todo sea grandioso o que todo sea terrible o que aterricemos en algún punto intermedio. Él está con nosotros, siempre.  Él está disponible para ti, todos los días, así que ven a Él agradecido por todas las formas en que está trabajando en tu vida, y con acción de gracias por haberte convocado.

¿Qué es la misa ?: Una fiesta de bodas

El libro del Apocalípsis es un canto de un novio que viene a buscar a su novia, la cual vive en medio de un mundo que se regocija en el pecado y que trata de llevarla hacia su pecado.

Y Dios viene a buscar a la Iglesia, su amada, por la que es capaz de humillarse y llegar hasta los límites del pecado para encontrarla y desvelarle Su amor y Su presencia. Y recuperarla para la SANTIDAD. Y viene a entregarse por su amada Iglesia para pagar todas sus cuentas y ser su fuerza y su alimento.

Y tienes la gracia de Dios en ti, de modo que cuando Le dejes hablarte y amarte darás fruto y compartirás ese fruto con el mundo.

Literalmente, lo que Dios está diciendo es que Tú no estás bien si vas tu sólo y por tu cuenta y con tus propias fuerzas, El quiere estar contigo, dentro de ti, para que tú vuelvas a EL.

La Eucaristía es el momento de mayor intimidad con Dios. Del mayor amor de El hacia a ti, que reclama reciprocidad.

Levántate y Brilla


Piensa en alguna vez que tuviste hambre. Realmente hambriento. Tanta hambre que eres capaz de comer hasta lo que no te gusta. En el primer mundo es difícil sentir el hambre vital de estar días sin comer, aún si has hecho ayuno de tres días.

Cuando el hambre es tan fuerte, el instinto primordial de comer se hace cargo de nosotros y pronto es todo lo que pensamos. Nuestro cuerpo está programado para encontrar comida cuando comienza a morir de hambre. Comienza con un dolor y pronto se convierte en una obsesión.

A nivel espiritual todos necesitamos también ser alimentados. Si no recibimos a Cristo, nos valdrá cualquier otra cosa, cualquier otra compensación, cualquier otra salida aunque nos mate.

Jesús revela que Él es ese pan que satisfará. De hecho, Jesús señala que cualquier otro alimento que no sea la Eucaristía no salvará tu alma, ni dará sentido a tu vida.

¿Para qué necesito la misa?

¿No puedo ser una buena persona, decir mis oraciones y ya estar a bien con Dios?

Cuántas cosas hacemos en la parroquia a lo largo de la semana por los pobres, los que están sólos, los enfermos...

Sí, a veces puedo sentir la tentación de creer que hay algo mejor que la eucaristía que podría estar haciendo.

¿Qué otra cosa mejor podría haber hecho María Magdalena en el momento en que Jesús estaba entregando su vida? Si has estado en misa recientemente, también has estado al pie de la cruz. Si has recibido la Eucaristía la semana pasada, has estado en la Última Cena. 

Sólo siendo testigo de tanto amor por ti podrás después amar y servir como El te amó

La Misa es un sacrificio planeado a través de la historia. La muerte y resurrección de Cristo son eventos que tienen un significado eterno en un presente contínuo. La Pasión de Cristo ocurrió una vez, en un presente eterno, en un día sin noche en el que aún vivimos, un evento para vivir cada vez que celebramos la Eucaristía.

Jesús instituye la Última Cena en un día muy particular: la Pascua. Esta fiesta era sagrada para él; Su familia lo celebraba todos los años al igual que todos los fieles judíos. La Pascua conmemora la acción salvífica de Dios; Dios sacó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Antes de este éxodo, Dios instituye una comida especial para el pueblo israelita. Necesitan encontrar un cordero sin mancha, sacrificarlo y luego poner un poco de la sangre del cordero en la jamba de su puerta. Es esta acción la que salva a las personas de la muerte y les permite comenzar su camino de liberación de toda esclavitud. Jesús está celebrando la cena de Pascua con sus discípulos. Hay pan y vino (dos componentes necesarios para la Pascua, pero no hay cordero (porque Jesús es el cordero. ¡boom! Con su sangre has de marcar tu puerta, tu corazón, tu vida.

Jesús parte el pan y se lo da a los discípulos, pero lo ofrece diciendo: "Esto es mi cuerpo". Jesús está conectando la ofrenda de la Eucaristía con su ofrenda al día siguiente en la cruz. Él está dando su cuerpo y sangre como sacrificio en la cruz, y también lo está dando en la Eucaristía.

Y lo hace HOY por tí.

¿Cómo hago si me cuesta ir a misa?

Quiero ir a misa, pero es difícil. Me gustaría disfrutarla pero se me hace pesada. Querría creer que Dios está ahí por mí, pero me cuesta creerlo....

Si quieres que la Eucaristía llegue a ser importante en tu vida para que Dios sea central en tu vida... Considera estos pasos o sugerencias...

+ Ponte un mínimo asumible: prioriza la misa dominical cada semana y haz de ella un compromiso no negociable, ni con tu cansancio ni con otras prioridades.

+ Busca una persona a la que acompañar y que te acompañe, que tire de tí si te vieras sin ánimo de cumplir ese compromiso.

+ Se necesitan entre 30 y 60 días para desarrollar un nuevo hábito, para que un esfuerzo árido se transforme en un esfuerzo grato.

+ Si tienes un horario caótico: haz una lista de todos los horarios de misas dominicales en tu área. Y prográmate un nuevo orden que incluya esa eucaristía con dos alternativas de horarios.

+ Si, por alguna razón, surge algo fuera de tu control, ¡no temas! Puedes hacer algún apunte alternativo en tu lista y repararlo en otro momento.

+ Si aún así te cuesta, si te sientes "desprotegido" o constantemente no sacas satisfacción de la Misa o de tu nuevo orden, CONFÍA EN DIOS,  y déjate envolver por el Misterio.

+ En tu oración pídele al Señor que abra tus ojos para que te regale verLe en la próxima eucaristía.

¿Por qué los católicos excluyen a otros de recibir la Eucaristía?

Solo los católicos pueden recibir la Eucaristía en la Misa porque la Eucaristía es el Sacramento de nuestra unidad en Cristo; quienes lo reciben necesitan tener unidad en la Vida y Comunión en la Fe.

La práctica de excluir a algunas personas de la Sagrada Comunión es una disciplina cristiana antigua basada en la Biblia, observada tanto por católicos como por muchos protestantes. Los católicos creen que Jesús está realmente presente en la Eucaristía, el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad. Si alguien no está en comunión con la Iglesia Católicay con sus sacramentos, y no cree lo que hacemos, o no comparte lo que vivimos, la Iglesia le pide que se abstenga de recibir la Eucaristía con nosotros, porque la comunión eucarística es un signo de unidad en la fe y en la vida.

Quienes rechazan el catolicismo, incluidos los protestantes y los no cristianos, rechazan la doctrina de la transubstanciación. Nosotros los católicos creemos que Jesús realiza un milagro en cada misa y convierte nuestras ofrendas de pan y vino simples en su precioso cuerpo y sangre.

La Iglesia Católica no es intolerante. Sino que está mostrando a todos el valor de la Comunión y de la integridad de vida.

Y puso su tienda entre nosotros

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LA EUCARISTIA

En el año 23 del reinado de César Augusto en Roma, nació un judío galileo que pasó desapercibido toda su juventud. Vivió su juventud como otros galileos, sin más brillo que una devoción honda por Yavhé, y seguramente, como refleja su enseñanza, un estudio y conocimiento profundo de la Sagrada Escritura, de todo lo que se contaba de la historia de su pueblo y de la promesa de su Dios.

Sus contemporáneos no se percataron de quien era hasta 3 años antes de su muerte. Y para ese momento los suyos ya no le escucharon, incluso pensaban que padecía de algo por no haberse casado

Solo unos pocos le escucharon y reconocieron en él alguien extraordinario. Unos pocos quedaron impactados y convocados por la esperanza y pasión que les dio a sus vidas. Y unos pocos se unieron a El en su misión

Todo se le torció cuando se encontró con la oposición de las autoridades judías de la ciudad. A el lo apresaron, lo juzgaron precipitadamente y lograron que los romanos lo condenaran a morir en la cruz.

Allí habría acabado todo si no fuera por algo inesperado. Los acontecimientos que ocurrieron a continuación parecen borrosos e imprecisos. Pero algo cierto pasó porque aquellos seguidores fracasados que se habían regresado a sus casas y tareas, se afirmaron con una certeza increíble en la misión y pasión de Jesús.

Las historias de los que le vieron resucitado se multiplicaron y es difícil saber cómo fueron aquellos momentos, pero una certeza que nadie puede negar por muy científico que sea es que la vida de aquellos hombres no volvió al pasado, sino que ahora sí, lo dejaron todo todo, y se lanzaron con un ímpetu extraordinario a vivir el proyecto de Jesús.

Muchos han explicado aquel cambio, como locura, como invención, como idealización...

Pero el caso es que hay otro hecho que no es posible de no considerar. Qué a día de hoy, en pleno mundo científico y experimental, estamos reunidos en su nombre.


De Jesús sabemos dos cosas importantes:

+ que murió en una cruz y + que resucitó al tercer día.

A nuestros ojos sería más potente el mensaje de su resurrección: decir que vino a prometernos la resurrección después de todo lo que tengamos que vivir en nuestra vida.

Pero nada podía ocultar a los cristianos que Jesús pasó por muchos sufrimientos

¿Cómo puede ser deseable un proyecto propuesto por una persona con tan terrible horizonte en su vida como es la cruz? A todos les parecería más impactante y atractivo hablar de resurrección. ¡Cor 15,14 subraya la importancia que tuvo la certeza de que la vida de Jesús no acabó en fracaso: 'si no resucitó Jesús, vana es también neustra fe".

Dice Pablo: ¡Gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, a cuyos ojos he presentado a Jesús Mesías, y éste crucificado? Gal 3,1.

¿Cómo es que la muerte de Jesús es una buena noticia para nosotros?

La razón está en la Eucaristía, en Cristo viniendo a sentarse a nuestra mesa, en Cristo que ha venido a ofrecerse como nuestro alimento. A recuperarnos del pecado mediante su estar con nosotros.Si su promesa fuese que nos espera en la resurrección lo veríamso como un mito, lejano. Pero su promesa es que está con nosotros, para vivir con nosotros.

TODOS deseamos ser algo distinto de lo que somos para ser aceptados y amados y valorados, Aspiramos a tener más, poder más, influir más, dominar más, subir más que los demás... para llegar a ser aquello que creemos que queremos o tenemos que ser.

Jesús viene a morir como nosotros, vivir y sufrir con nosotros, A decirnos con su presencia que siendo lo que somos, somos lo que Dios quiere que seamos y es así cómo somos dignos de su amor.

Su muerte en cruz vino a significar que el reconocimiento de Dios no se nos es dado por lo que queremos llegar a ser sino por lo que somos cuando nacemos.

La muerte en cruz es el modo de actuar de Dios en la vida de cada hombre: la acogida incondicional, apasionada de Dios que da la vida junto a nosotros y por nosotros.

l Flp 2,6-11

Siendo imagen de Dios, no estimó como un botín el ser igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y viviendo como cualquier hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

ALGUNOS EJEMPLOS DE PERSONAS RESTAURADAS POR LA PRESENCIA DE JESUS ENTRE NOSOTROS:

Juan 8:3-11

3 Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer, a la que habían sorprendido cometiendo adulterio. La pusieron en medio de todos los presentes, 4 y dijeron a Jesús: -Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de cometer adulterio. 5 En la ley, Moisés nos ordenó que se matara a pedradas a esta clase de mujeres. ¿Tú qué dices?

6 Ellos preguntaron esto para ponerlo a prueba, y tener así de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y comenzó a escribir en la tierra con el dedo. 7 Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les dijo: -Aquel de vosotros que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.

8 Y volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra. 9 Al oír esto, uno tras otro comenzaron a irse, y los primeros en hacerlo fueron los más viejos. Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, que se había quedado allí, 10 se enderezó y le preguntó:

-Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?

11 Ella le contestó:  -Ninguno, Señor.

Jesús le dijo: -Tampoco yo te condeno; ahora, vete y no vuelvas a pecar.]


Lucas 7:1-17 Restauración total. La fe del centurión

7 Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaúm. 2 Había allí un centurión, cuyo siervo, a quien él estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir. 3 Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos dirigentes[a] de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. 4 Cuando llegaron ante Jesús, le rogaron con insistencia: -Este hombre merece que le concedas lo que te pide: 5 aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga. 6 Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión mandó unos amigos a decirle: -Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres bajo mi techo. 7 Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero, con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo. 8 Yo mismo obedezco órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: "Ve", y va, y al otro: "Ven", y viene. Le digo a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. 9 Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó: -Les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande. 10 Al regresar a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

2. Lucas 7:36-8:3 Fe auténtica. Jesús en el hogar de Simón, el fariseo

36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiera con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que lo había convidado, dijo para sí: «Si este fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, porque es pecadora.» 40 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: -Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: -Di, Maestro. 41 -Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. 42 No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos lo amará más? 43 Respondiendo Simón, dijo: -Pienso que aquel a quien perdonó más. Él le dijo: -Rectamente has juzgado. 44 Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón: -¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

3. Lucas 10:38-42 La verdadera religión. En casa de Marta y María

38 Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. 40 Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:

-Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!

41 -Marta, Marta -le contestó Jesús-, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero solo una es necesaria.[d] María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.

4. Lucas 18:35-43 El Dios que busca a los que buscan. Un ciego de Jericó recibe la vista

(Mt. 20.29-34; Mr. 10.46-52)

35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37 Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. 38 Entonces dio voces, diciendo: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 39 Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí! 40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, 41 diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. 42 Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. 43 Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios. 6. Lucas 19:01-10 El Dios que busca a los que buscan

5. Lucas 19. Jesús y Zaqueo

19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

7. Juan 3:1-21 Nuevo corazón, nueva esperanza. Jesús y Nicodemo

3 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

NUESTRO GRAN MENSAJE. Nuestra gran suerte, nuestra gran fuerza es la persona de JESUS de NAZARET.

VIAJE A NUESTRO CORAZON PARA ENCONTRARNOS CON DIOS.

Nos reunimos en círculo: Ven Espíritu de Dios, entra en nuestros corazones y en nuestra mente, viaja con nosotros a nuestro corazón. Déjanos verte cómo has actuado en nosotros hasta el día de hoy. Posición cómoda, cerrar los ojos y relajarse.

Al sentir al Señor en este lugar, vamos a buscarle en el interior de nuestro corazón:


¿Cuál fue el primer regalo significativo que has recibido, cuando eras niño o joven?. ¿Qué fue? ¿Cómo lo sentiste en tus manos? ¿Quién te lo dio? ¿Fue por tu cumpleaños, Navidad o sólo porque eras tú? Colócate en ese momento

Silencio

Trata de recordar la primera vez que alguien te enseñó activamente algo. Tal vez alguien te enseñó a montar en bicicleta, a leer o a jugar un juego. ¿Quién te enseñó? ¿Cómo te sentiste la primera vez?

Silencio

Recuerda la vez que conociste a un amigo. ¿Cómo se llama tu amigo? ¿Qué aspecto tenía? Cómo te ayudó a valorarte?

Silencio

Recuerda la primera vez que te caíste y alguien te ayudó a levantarte. Tal vez fue una caída literal y te lastimaste. Tal vez fue una época en la que fuiste consumido por el estrés o el desánimo, o tal vez fue un momento en que luchaste con un pecado en particular. ¿Cómo fuiste ayudado? ¿Hasta dónde te has levantado desde esa caída?

Silencio

Recuerda la primera vez que te inspiraste en la historia de otra persona, que admiraste a alguien que te motivó a trabajar, a elegir, que te dio una razón para continuar. ¿Quién era? ¿Dónde estabas cuando tomaste su historia? ¿Su historia te hizo querer parar lo que estabas haciendo y escuchar? ¿Qué parte específica de su historia se ha quedado contigo?¿Cómo te cambiaste por su historia?

Silencio

Todo el mundo tiene una historia llena de muchas historias. Ya sea que hayamos tenido triunfos y bendiciones o tragedias y fracasos, Jesús ha caminado junto a nosotros a través de tantas personas. Cuando aceptamos esta realidad en nuestros corazones, somos capaces de ver que, Dios nos acompaña y levanta y sostiene; que a través de Jesús, todo nuestro pasado es conducido hacia lo que hoy somos y nos tiene aquí.

¿Quién en tu vida necesita escuchar tu historia?

¿Quién en tu vida se inspirará en las maravillosas cosas que Jesús ha hecho en tu vida?

Seguro que tú crees que lo que Jesús ha hecho en ti es insignificante o intrascendente, pero eso no es cierto. La comunidad necesita tu historia. ¿Estás dispuesto a compartirTe?

Como la historia de Saul, aunque no seamos perfectos.

CON EL CORAZON EN ASCUAS.

1.- Señor ten piedad. Lamentar la pérdida. 

Los discípulos vuelven a Emaús decepcionados, vuelven a casa porque ya no hay donde ir. La inquietud que les nació al conocer a Jesús ha muerto con Jesús. Aquel en quien habían visto un Mesías era nadie. Ellos mismos eran nadie ahora.

Aquellos dos discípulos de Emaús somos nosotros. Nosotros también sentimos que somos nadie. Nacer, ir a la escuela, al primer trabajo, casarse... venir hoy aquí... cada decisión supone perder la seguridad que teníamos antes y salir a un mundo desconocido... cuando enfermamos, cuando morimos. Nuestra vida está llena de pérdidas que no queríamos. La mayoría de las pérdidas que vemos en las noticias no nos afectan. La que más nos afecta es la pérdida de nuestros sueños, de nuestra salud, de cada vez que hay que asumir o decidir la realidad..

Por encima de cualesquiera otras pérdidas, está la pérdida de la fe: la pérdida del convencimiento de que nuestra vida tiene sentido.

Llegamos a la Eucaristía con el corazón roto por muchas pérdidas, las nuestras y las del mundo. Como los dos discípulos de Emaús, decimos: «Nosotros esperábamos..., pero hemos perdido la esperanza>>..

Decimos 'Señor ten piedad' para que Dios siga construyendo su proyecto, también en mi vida. 'Ten piedad de mi limitación para entender y entregar'.

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2. Discernir la Presencia. Su palabra por mi.

Los de Emaús son encontrados por alguien que les escucha y que les hace ver que tienen razón. Todo lo que han vivido ha sido duro. Pero su pérdida forma parte de una alegría mayor. El desconocido no ha dicho que no hubieran perdido a un amigo que les había dado una nueva esperanza, sino que esta pérdida iba a hacer posible una relación muy superior.

Cuando escuchamos la lectura de la Eucaristía, no somos conscientes de que es Jesús quién nos habla. Cada Eucaristía es como un paso en el camino de Emaús, que Jesús nos va dando una palabra. Nos cuenta lo que ya sabemos pero con la novedad de que todo ha sido, ocurrido, vivido, entregado por MI.

La palabra de Dios hace presente lo que expresa. Mientras Jesús hablaba por el camino a los dos de Emaús, ardía su corazón, esto es, experimentaron su presencia. Cada Eucaristía Dios nos dice la palabra que El quiere que apliquemos hoy a nuestra vida.

La palabra de Dios nos sitúa por encima de las preocupaciones, afanes y miedos de la vida ordinaria. Nos sitúa en el plan de Dios. En el camino de vuelta a la comunidad, al proyecto de Dios. Si la palabra de Dios, nuestros miedos y amarguras tomarán dominio de nuestra vida, podemos hacr obras increibles, pero no cosntruirán el proyecto de Dios.

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3. Invitar al Desconocido. «Yo creo»

Volver a casa ya no significa abandonar, significa celebrar,, acoger a Jesús y volver al camino, a Jerusalén, al proyecto de Dios.

La Eucaristía es una invitación a Jesús para que se quede en nuestra casa. Jesús no es el anfitrión que nos invita a su iglesia, sino el huesped que viene a nuestra casa. Si no le invito a mi casa, él seguirá siendo un desconocido, incluso en plena eucaristía, hablando de sus cosas.

ESA INVITACION ES EL CREDO: Cuando, después de las lecturas y de la homilía, decimos: «Creo en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo..., en la Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna», de algún modo estamos invitando a Jesús a nuestra casa y siguiendo confiadamente su Camino.

Entonces sucederá algo nuevo, algo apenas perceptible para el ojo no habituado: Jesús es el invitado de sus discípulos, pero, tan pronto como entra en su casa, ¡se convierte en su anfitrión! Y como anfitrión les invita a entrar en plena comunión con él.

Y LE OFREZCO MI VIDA: lo bueno y lo malo

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4. Entrar en comunión. «Tomad y comed»

Jesús da todo lo que tiene a manos llenas. «Comed..., bebed..., esto es mi cuerpo..., ésta es mi sangre..., éste soy yo que me entrego a vosotros».

Desde Adán y Eva hasta Abraham y Sara, desde Abraham y Sara hasta David y Betsabé, y desde David y Betsabé hasta Jesús y para siempre, Dios grita su deseo de ser recibido por los suyos. ¿Qué más debo hacer para que me améis? No pienso rendirme; he de seguir intentándolo. ¡Algún día descubriréis cuánto anhelo vuestro amor!»

La Eucaristía es reconocimiento. Es darse perfecta cuenta de que el que toma, bendice, parte y da el pan y el vino es Aquel que, desde el principio de los tiempos, ha deseado entrar en comunión con nosotros. La comunión entre Dios y yo es lo que tanto Dios como nosotros deseamos.

La comunión con Jesús significa hacerse igual a él. Con él estamos clavados en la cruz y con él resucitamos para acompañar a los caminantes perdidos en su viaje.

Los dos discípulos, que habían comido el pan y habían reconocido a Jesús, están solos de nuevo. Pero ahora saben que Jesús está vivo, y les busca, y les ama. Y les necesita.

La comunión nos hace ser parte del cuerpo de CRISTO: en el perdón, en la reconciliación, en el apoyo mutuo, en la ayuda a las personas necesitadas, en la celebración de la comunidad, en la solidaridad con los que sufren: la comunión crea comunidad, y la comunidad lleva a la misión.

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5. Partir en misión. «Id y predicad»

Cleofás y su amigo se han transformado en personas nuevas. Se les ha dado un nuevo corazón y un nuevo espíritu. También ellos se han hecho amigos el uno del otro de una nueva manera: ya no sólo lloran juntos, sino que comparten una nueva misión y que tienen algo que decir en común, algo que debe ser proclamado. Nadie creería a uno solo de ellos; pero el hecho de que hablen al unísono, y sean testigos el uno del otro, hace que se les escuche con imparcialidad y atención.

Ya no hay miedo cuando has compartido mesa con Dios.

La Eucaristía concluye con una misión: «Id y contadlo». Las palabras latinas «Ite, Missa est», con las que el sacerdote solía concluir la Misa, significan literalmente: «Id, ésta es vuestra misión». El final no es la Comunión, sino la Misión.


Quienes no acuden con nosotros a la Eucaristía no son mejores ni peores que nosotros. También ellos han oído la historia de Jesús y, por lo general, han sido bautizados; algunos incluso han frecuentado la iglesia durante más o menos tiempo. Pero luego, poco a poco, la historia de Jesús se ha convertido para ellos en una historia de tantas, la

Iglesia en una pesada carga, y la Eucaristía en un simple rito. En un momento determinado, todo ello se convirtió en un recuerdo más o menos dulce o amargo. En un momento determinado, algo murió en ellos. ¿Y por qué alguien que nos conoce bien debería creernos de pronto cuando regresamos de la Eucaristía? Esa es la razón por la que no es sólo la Eucaristía, sino la vida eucarística, la que marca la diferencia. Cada día, cada momento del día, junto al dolor por las diversas pérdidas, tenemos la oportunidad de escuchar una palabra que nos invita a vivir dichas pérdidas como un camino hacia la gloria. Cada día tenemos también la posibilidad de invitar al desconocido a nuestra casa y permitirle partir para nosotros el pan. La celebración eucarística ha resumido para nosotros en qué consiste nuestra vida de fe, y tenemos que volver a casa para vivirla lo más plenamente posible.

Nuestra experiencia de comunión nos envía primero a nuestros hermanos y hermanas para compartir con ellos nuestras historias y construir con ellos un cuerpo de amor. Luego, como comunidad, podemos salir en todas las direcciones y llegar a toda la gente.

Comunión > Comunidad > Ministerio.

Por supuesto que parece una tarea imposible: ¿qué puede hacer ese pequeño grupo de personas que se encontraron con él en el camino, en el jardín o a la orilla del lago, en tan sombrío y violento mundo? El misterio del amor de Dios consiste en que nuestros corazones encendidos y nuestros ojos y oídos receptivos sean capaces de descubrir que Aquel con quien nos encontramos en la intimidad de nuestros hogares se nos sigue revelando en los pobres, los enfermos, los hambrientos, los prisioneros, los refugiados... y todas las personas que viven atemorizadas. La misión, pues, no consiste únicamente en ir y hablar a los demás acerca del Señor resucitado, sino también en recibir ese mismo testimonio de aquellos a quienes hemos sido enviados

Pertenece a la esencia misma de la vida eucarística hacer crecer este círculo de amor. Una vez que hemos entrado en comunión con Jesús y hemos creado una comunidad con quienes saben que él está vivo, podemos ir y unirnos a los numerosos viajeros solitarios y ayudarles a descubrir que también ellos están llamados a compartir el regalo del amor.

© 2020. Te invitamos a caminar en un Retiro de Emaús y poner a Dios en el medio de tu vida. Franciscanos Coruña
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